En construcción

Hace mucho que no escribo sobre política y mucho menos en este blog. Tiene un motivo: la cobertura de las elecciones primarias me dejaron agotado. Y quizás también fue la necesidad de reflexionar un poco, leer opiniones de otras personas antes de volver a volcar cosas a este espacio que no he dejando abandonado, sino…

Por Federico Aikawa

Hace mucho que no escribo sobre política y mucho menos en este blog. Tiene un motivo: la cobertura de las elecciones primarias me dejaron agotado. Y quizás también fue la necesidad de reflexionar un poco, leer opiniones de otras personas antes de volver a volcar cosas a este espacio que no he dejando abandonado, sino tan sólo con el botón de pausa presionado.

La victoria de la presidenta Cristina Kirchner cayó como un baldazo de agua fría en varios sectores que especulaban con un porcentaje inferior del 40%. La realidad indica que la Argentina está más peronista que nunca y que ya sea por izquierda, centro o derecha (si es que aún se puede catalogar a las personas de forma tan simple), obtuvo más del 70% de los votos. Un valor impresionante. Y de la misma forma que en política, 1+1 a veces da 3, la alianza bonaerense de Alfonsín y De Narváez terminó por demostrar que la gente vota a personas, pero porque también cree en sus convicciones y ellas no pueden quedar colgadas en la puerta de la Casa Rosada, cómo solía decir un fallecido expresidente.

Sin embargo, hay algunas luces. Creo que la propuesta del Frente Amplio Progresista, si realmente se lo propone, puede llegar a reagrupar a varios sectores que hasta la fecha se encuentran huérfanos. Pero antes, deberá fortalecer un programa, en donde todos acuerden qué es lo que piensan hacer por la Argentina, antes de los personalismos. Es una herida que quedó tras el fracaso de la Alianza y el derrumbe de los principales miembros de la UCR y otros partidos menores.

Dudo que Binner sea presidente y en poco más de 60 días pegue un «maracanazo» como para revertir el 5 a 0, según los dichos de Stolbizer, y para ganarle a Cristina Kirchner. No, nadie habla de eso. Sino más bien de crear las bases de algún proyecto superador que logre reunir a todos esos partidos «unipersonales» para crear una verdadera idea y alternativa al gobierno nacional.

Está claro que el principal problema de Binner, y quizás muchos no lo quieran advertir, es la edad. Si bien se lo ve juvenil, el santafesino ya tiene 68 años. El 2015 lo encontraría con 72. Pero puede ser fundamental para la constitución, la construcción, de ese espacio progresista desde Rosario y Santa Fe, hacia el resto del país. La lógica debería decir que lo más simple sería buscar aliados con cierto peso en las principales provincias del interior para, luego sí, comenzar a ganar terreno en la provincia de Buenos Aires, un terreno muy complejo, y la Capital Federal.

Y destaco algo de Binner. Sé que como opositor no será la oposición boba que se oponga a todo lo que hace el gobierno, sino más bien su función será inteligente, apoyando aquello que sea correcto y poniendo recaudos en lo contrario.

Fiscales. Uno de los temas que más me preocupó y que pude ver durante las elecciones del domingo pasado, es la falta de fiscales. Está claro que los partidos que no cuentan con una amplia presencia territorial están condenados a sufrir la falta de boletas o que «cuenten algún voto mal». Rápidos de reflejos, varios salieron a pedir por la famosa boleta única, que resolvería el problema de la falta de fiscales para las más de 80 mil mesas que hay en el país, pero también, de los muertos políticos que terminaron abrazando algunos candidatos sólo porque pensaron que les iba a sumar votos. Está claro que no fue así y ahora, ese mal armado de las listas y las alianzas, les puede costar bastante caro, ya que deberán hacer campaña para las bases, el Congreso.

Pese a las críticas de varios «binneristas» (que espanto de término), lo mejor seguirá siendo hacer militancia provincia por provincia y juntar esos fiscales, sobre todo en los distritos clave como la provincia de Buenos Aires, en donde todo indica que Stolbizer y el GEN tienen tan poco estructura como un Jenga de Sofovich. Es por esto que la gran jugada será juntar muchos fiscales, las reglas de juego no se pueden cambiar cuando el partido ya está en marcha. Se aceptan.

El resto es definir que se quiere comunicar. ¿Es un partido de oposición? ¿Es una alternativa de gobierno? ¿Quiere copar el Congreso?. A veces lo más difícil es comenzar. Pero el primer paso parece que ya fue hecho. El tiempo dirá si fue hacia el lado correcto.

Foto: Flickr Hermes Binner

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