El sistema de metro de Tokio es una verdadera maravilla de la ingeniería y la logística. Con casi 3 millones de viajes diarios en las líneas operadas por TOEI, y más de 40 millones de viajes en trenes en toda el área metropolitana, la red ferroviaria de Tokio tiene un desafío masivo para mantenerse funcionando sin problemas.
Pero a través de una estrecha coordinación entre tecnología, personal y pasajeros, logran que todo funcione como un reloj suizo. Un factor clave es el sistema «yubi sashi kakunin» donde el personal de las estaciones usan sus dedos para verificar la seguridad de los trenes y pasajeros al llegar y salir.
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«Primero, verificamos que nadie esté en las vías y que sea seguro que el tren arribe», explica un trabajador. «Luego confirmamos que nadie toque el tren hasta que se detenga por completo. Mantenemos todo bajo control.»
Otra medida de seguridad son las barreras en los andenes, aunque su instalación todavía está en curso en algunas estaciones debido a los múltiples operadores que comparten las vías. Allí utilizan un sistema de códigos QR para coordinar la apertura de las puertas de las barreras con la llegada de los trenes correctos.
La puntualidad es primordial, con trabajadores que incluso pueden obtener un «permiso por retraso» en línea si un tren se demora. De hecho, cualquier retraso es muy breve, ya que el personal tiene alrededor de 1 minuto para buscar artículos perdidos antes de que el tren deba partir.
Este límite de tiempo ayuda a que el sistema continúe funcionando sin mayores inconvenientes. Los artículos perdidos, que rondan los 10,000 mensuales, son ingresados a un sistema centralizado para poder localizarlos fácilmente desde cualquier estación.
La importancia de la limpieza en el metro de Tokio
La limpieza también es fundamental para el correcto funcionamiento del metro. Si bien los pasajeros respetan en gran medida las normas de etiqueta, como no comer ni beber en los vagones, el personal de limpieza trabaja sin descanso para mantener los niveles de higiene.
«Nuestros turnos son de 24 horas«, comenta un trabajador de limpieza. «Después del último tren, el personal nocturno descansa un poco. Pero el personal de la mañana y la noche tienen diferentes horarios de descanso escalonados para que las estaciones nunca queden desatendidas.»
La tarea de limpieza comienza en cuanto parte el último tren de la noche. Con los andenes y trenes vacíos, las cuadrillas de limpieza barren, trapean y desinfectan a fondo todas las instalaciones. Se presta especial atención a las zonas de alto tráfico y los rincones donde se acumulan la suciedad y los desechos.
Los trenes también reciben un proceso de limpieza profunda durante la noche. Se aspiran los pisos, se limpian las ventanas y se desinfectan los pasamanos y asientos. Cualquier mancha, residuo o elemento fuera de lugar es retirado meticulosamente.
Pero la labor de limpieza no termina ahí. Durante el día, mientras los trenes y estaciones están operativos, el personal de limpieza trabaja constantemente para mantener los niveles de higiene. Barren los andenes, limpian los pisos de los vagones y retiran cualquier pequeño desperdicio que pueda aparecer.
«Tenemos que actuar rápido cuando vemos cualquier tipo de suciedad o desorden», explica un trabajador. «Un pequeño descuido puede hacer que las cosas se salgan de control en un sistema con tanto tráfico de personas.»
El metro de Tokio está diseñado para ser accesible
Más allá del transporte eficiente de millones de pasajeros diarios, el sistema del metro de Tokio está diseñado para ser accesible e inclusivo bajo el concepto de «diseño universal».
Las estaciones cuentan con andenes particularmente nivelados para permitir un fácil acceso a personas en sillas de ruedas sin necesidad de rampas. Los baños también están adaptados y las ubicaciones de los elevadores facilitan el desplazamiento.
El metro de Tokio es un orgullo nacional que fomenta la independencia desde la niñez. «No me sorprende ver a niños viajar solos, porque los trenes son muy seguros. Por supuesto, van y vienen de la escuela con sus amigos», comenta un trabajador.
Viajar en el metro implica respetar al prójimo, una filosofía que se enseña desde pequeños con materiales educativos sobre las normas de etiqueta y cómo ayudar a otros pasajeros con necesidades especiales.
En un sistema tan vasto y eficiente, los pequeños detalles marcan una gran diferencia. Desde la coordinación tecnológica hasta la consideración de los pasajeros, el metro de Tokio es un ejemplo de cómo el transporte público puede ser limpio, puntual, accesible y muy bien organizado.
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