Un trozo cuadrado de papel se puede doblar de múltiples y sorprendentes formas, así que no es extraño que en la actualidad el origami sea un pasatiempo habitual en Japón. Tras ese éxito se halla la tradición cultural milenaria del país.
El cultivo del arroz tiene una larga historia en este país bendecido con cantidades relativamente grandes de lluvia. El agua fluye por canales que emplean la gravedad y pequeñas diferencias en la elevación del terreno y llega hasta los arrozales que a menudo se alinean para formar una serie de cuadrados. De este modo las granjas y los pueblos constituyen un paisaje singular. Las filas de espigas doradas de arroz en los campos cuadrados siempre han causado en los japoneses la impresión de que la cosecha estaba próxima.
El clima y la topografía del archipiélago japonés propician la existencia de hermosos bosques de cedros, cipreses y otros árboles que proporcionan una madera excelente. La arquitectura tradicional emplea pilares y vigas de madera, y por eso se basa en formas cuadradas, en contraste con los arcos y bóvedas de piedra y ladrillo que juegan con líneas y superficies curvas.
De ese modo el paisaje y sus bosques han contribuido al desarrollo de líneas rectas y formas cuadradas, las cuales han llegado al corazón de los japoneses y su sentido de la belleza.
Como la tierra y los recursos son limitados, el reto para los japoneses consiste en utilizarlos con efectividad. De ahí ha derivado una cultura en la que la conservación es una virtud. Incluso en el kimono no hay ni una prenda que no haya sido concebida con un propósito útil y para favorecer las líneas rectas.
Aplicación de los principios matemáticos modernos al origami
“Despliegue una creación de origami y mire los dobleces: comprobará que son muchos polígonos superpuestos. Cuando la pieza está terminada, forma un poliedro, figura con muchas superficies planas; y cuando el papel se desdobla y deja a la vista los pliegues, forma lo que los matemáticos llaman una superficie topológica 2-dimensional. Si uno considera que las creaciones de origami son superficies topológicas, se abren posibilidades interesantes. Esa fue la primera razón por la que empecé con el origami”, dice el diseñador de origami Azuma Hideaki.
Azuma se licenció en geometría en el departamento de matemáticas de la Escuela de Posgrado de Ciencias de la Universidad de Tohoku. Durante los siete años que le costó conseguir su maestría, sus estudios se centraron casi exclusivamente en la teoría de las ideas topológicas. Él dice que son muy importantes en el estudio de las matemáticas modernas en su conjunto, no sólo en geometría.
Por razones familiares regresó a su casa en Nara, y allí vio un libro de origami que había utilizado cuando era pequeño. Entonces entendió la conexión entre las superficies topológicas y el origami.
Su planteamiento en el origami es insólito: “En general se suele empezar con una hoja de papel cuadrada. Pero, ¿por qué no utilizar, por ejemplo, una rectangular? Y, en lugar de doblar el papel en muchas líneas simétricas, como hace el origami convencional, ¿y si buscamos la simetría alrededor de un único punto? Las instrucciones del origami siguen una serie de triángulos rectángulos. Pero, claro está, si se hacen otro tipo de triángulos, sigue siendo origami”.
Después de muchas pruebas, Azuma creó la espiral fotografiada a la derecha. Esto lo lanzó a su propio mundo de origami.
“Siempre intento acercarme al modelo de superficie topológica que veo en mi mente”.
“Una vez decididos los ángulos que voy a hacer, el modelo final se desarrolla por sí mismo. Mientras lo hago, puedo cambiar un ángulo o la manera en que haré un doblez, pero la sensación es distinta de la que me produce el método arbitrario”.
El origami de Azuma posee una extraña belleza que mana de su estudio de las matemáticas
El origami mantiene la mente despierta
El catedrático Kawashima Ryuta está especializado en la ciencia del cerebro y lleva a cabo su investigación en el Instituto del Desarrollo, Envejecimiento y Cáncer de la Universidad de Tohoku. Ha demostrado que hacer origami aumenta el flujo sanguíneo en la zona prefrontal del cerebro contribuyendo así a su mejor funcionamiento. Por eso, muchas asociaciones de personas de la tercera edad han adoptado esta práctica. La Red de Mayores de Sendai celebra una vez a la semana “sesiones de charla y origami”. Sus miembros, que tienen desde 60 a más de 80 años, exhiben este eslogan: “Origami divertido, tres veces en la vida”. ¿Qué quiere decir? Los niños juegan con el origami; cuando se convierten en padres, enseñan a sus hijos; y, ya de ancianos, retoman esta actividad.
Aviones de origami despegan de su propia torre
Al monte Yonami los habitantes de Jinsekikogen-cho lo conocen cariñosamente como el Toyomatsu Fuji. En la cumbre (altura, 663 m) hay una torre de más de 26 m de alto. Es la Torre de Aviones de Papel Toyomatsu, y desde su mirador en la parte alta se disfruta una vista panorámica de 360 grados de las montañas Chugoku. El monte Yonami está en el límite entre las prefecturas de Hiroshima y Okayama.
La torre fue un invento de Toda Takuo, presidente de la Asociación de Aviones de Origami de Japón. En 2002 la corporación municipal le pidió ideas para impulsar la economía local, y su respuesta –atraer a los turistas con una torre– se convirtió en realidad al año siguiente. Aquel mismo año se celebró allí un campeonato nacional de aviones de origami. Posteriormente se han celebrado dos más.
“Es la primera torre del mundo construida exclusivamente para aviones de origami”, dice Toda, tomando un avión que él mismo ha doblado con destreza y lanzándolo desde una de las ventanas de la torre. El avión entra en una corriente ascendente de aire y se desliza grácilmente sobre las montañas. “¡Oooh!”, es la reacción natural de la gente que lo ve.
Toda era un niño cuando empezó a hacer aviones de origami. Su interés aumentó con los años y creó la asociación de aviones de origami en 1995. En la actualidad cuenta con unos dos mil miembros en el país.
“Los aviones se hacen con una sola hoja de papel, sin pegamento, y sin cortar con tijeras. El papel adquiere un nuevo valor: puede volar. Eso forma parte de la fascinación que sentimos. Además, está el hecho de que cualquiera puede hacer un avión de papel y lanzarlo a volar. Finalmente, la técnica influirá en la calidad del vuelo. Y, claro, ¡la ilusión de verlo remontarse tan alto!”
Según Toda, las palabras tienen poco peso comparadas con la acción. Él ha diseñado y doblado hasta ahora unos quinientos tipos de aviones de origami. Su récord, un vuelo de 19 segundos en aire inmóvil de interior, todavía no ha sido superado. La asociación tiene delegaciones en Francia y Tailandia, y el sueño de su presidente es convertir la torre en destino para todos los dobladores de aviones de origami del mundo.
“Vamos a celebrar campeonatos mundiales en 2010, y para entonces esperamos tener delegaciones de la asociación en 15 países”.
Publicado originalmente por Nipponia
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