El emblema de Tokio 2020 nunca nos gustó. Desde su presentación hace ya varios meses, las redes sociales demostraron que era bastante feo y conservador para un país que se destaca por lo avanzado en diseño y tecnología. Nada de eso se podía ver en el emblema. Pero con el tiempo se descubrió que no sólo era feo, sino también que era un robo, un plagio.
Días atrás comentábamos que varios diseñadores habían propuesto distintas variantes para el emblema de los JJOO. La novedad es que finalmente, y después de muchas marchas y contramarchas, el Comité organizador de Tokio 2020 decidió que lo mejor era dar marcha atrás y llamar a un nuevo concurso de diseño.
El propio Comité Organizador reconoció que había muchas dudas sobre el origen del emblema luego de que el diseñador Kenjiro Sano admitiera haber copiado ideas encontradas en internet.
«Hemos llegado a la conclusión que sería apropiado para nosotros desechar los logos y elaborar un nuevo emblema», dijo Toshio Muto, director general del Comité Organizador de Tokio en rueda de prensa.
«En este punto, hemos decidido que el logo no puede obtener el apoyo público».
Tokyo 2020 has withdrawn its emblems. We will provide info about the new emblems as soon as it is available. #Tokyo2020
— #Tokyo2020 (@Tokyo2020) September 1, 2015
De momento todo volvió a foja cero: ¿Qué significa? Hasta la elección del nuevo emblema, Tokio 2020 seguirá utilizando el que ya contaba de antes que fuera elegida organizadora de los Juegos Olímpicos de Verano. El diseño, mucho más alegre y lleno de flores, era mucho más cercano al espíritu nipón.
El estadio olímpico de la polémica
Como si fuera poco, el estadio olímpico, sede de la apertura y cierre de los Juegos Olímpicos y de muchas de las presentaciones deportivas, no estuvo ajeno a las controversias y problemas de la organización. Es que hace pocos meses se decidió cancelar el proyecto original por el cual fue elegida la ciudad, y ahora se recurrirá a un diseño más austero. El propio primer ministro Abe tuvo que pedir disculpas por dilapidar los impuestos de los contribuyentes en dinero para los Juegos.
A todo esto, se suman algunas denuncias sobre contratos labolares precarizados de los trabajadores que están detrás de las faraónicas obras de los Juegos.
Lejos quedó la euforia nipona de la elección de los JJOO. Ahora, Tokio 2020 parece ser una pesadilla para un pueblo que siempre nos acostumbró a estar hasta en los mínimos detalles y cumplir en tiempo y forma con los objetivos.
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