De entre todos los festivales que se celebran en Japón a lo largo del año, hay uno que destaca no solo por su belleza visual, sino por la poesía que encierra su origen. Se trata del Tanabata, también conocido como el Festival de las Estrellas, una celebración que combina mitología, deseos y decoraciones coloridas en una de las tradiciones más queridas del verano japonés. Sus calles se llenan de farolillos, papeles de colores colgando de ramas de bambú y un aire de esperanza que parece envolverlo todo.
El Tanabata tiene un tono único. A diferencia de otros matsuri más bulliciosos o centrados en lo religioso, esta festividad transmite una sensación de introspección y deseo personal. Su origen se basa en una antigua leyenda de amor entre dos estrellas separadas por la Vía Láctea, y su celebración gira en torno a pedir deseos y creer que, al menos una vez al año, los anhelos del corazón pueden tocar el cielo.
Historia del Tanabata
El Tanabata tiene raíces tanto chinas como japonesas. Su historia se remonta al siglo VIII, cuando fue incorporado al calendario japonés como parte del sistema de festivales introducido desde China. La leyenda que lo inspira cuenta la historia de Orihime (la estrella Vega) y Hikoboshi (la estrella Altair), dos amantes celestiales separados por la Vía Láctea. Según la mitología, sólo pueden encontrarse una vez al año, la noche del séptimo día del séptimo mes.
La historia fue adaptada en Japón con el paso de los siglos, fusionándose con costumbres locales, como el ritual del «tanabata tsume», que realizaban las jóvenes aprendices de corte para mostrar sus habilidades en la costura y pedir mejores aptitudes. A medida que pasó el tiempo, esta práctica derivó en la escritura de deseos en papel, formando la base de lo que hoy se conoce como Tanabata.
Durante el período Edo (1603–1868), la festividad se popularizó entre la gente común, tomando la forma que conocemos actualmente. Hoy, aunque sigue teniendo un componente espiritual, se ha convertido en una fiesta pública cargada de creatividad, esperanza y conexión entre generaciones.
Las verdaderas estrellas del Tanabata
Aunque muchos asocian el Tanabata con los fuegos artificiales y los coloridos ornamentos, sus verdaderas estrellas son Vega y Altair, dos cuerpos celestes visibles en el cielo nocturno del verano japonés. En el hemisferio norte, estas estrellas se encuentran en constelaciones distintas —Lira y Águila—, y están separadas por la banda luminosa de la Vía Láctea.
En la leyenda, Orihime (Vega) era una tejedora celestial, hija del dios del cielo. Trabajaba sin descanso creando nubes para el firmamento. Un día, su padre le presentó a Hikoboshi (Altair), un pastor de estrellas. Ambos se enamoraron y comenzaron a descuidar sus deberes. Como castigo, fueron separados por el río celeste, aunque se les permitió verse una vez al año, si el cielo estaba despejado, el 7 de julio.
Este simbolismo ha calado hondo en la cultura japonesa. Cada vez que se celebra el Tanabata, se recuerda la importancia del equilibrio entre amor y responsabilidad, entre deseo y deber. Por eso, aunque muchos acuden por las decoraciones o el ambiente festivo, el corazón de la celebración sigue siendo esa historia de amor que mira al cielo.
Deseos escritos en tanzaku

Uno de los rituales más emblemáticos del Tanabata es la escritura de deseos en papeles de colores llamados tanzaku. Se trata de tiras rectangulares de papel donde niños y adultos escriben peticiones que van desde lo más cotidiano hasta lo más profundo: pasar un examen, encontrar el amor, tener buena salud, ver cumplido un sueño personal.
Estos tanzaku se cuelgan de ramas de bambú, un símbolo de fuerza y crecimiento. Las ramas decoradas se colocan en escuelas, templos, centros comerciales y en las puertas de las casas. La variedad de colores no es solo estética: cada tono puede representar un tipo de deseo, como rojo para el amor, amarillo para el dinero, azul para el aprendizaje o blanco para la paz.
Una vez que el festival termina, las ramas de bambú con los deseos suelen ser arrojadas a ríos o quemadas, siguiendo la creencia de que así los deseos llegarán al cielo. Esta práctica conecta el festival con una dimensión espiritual: no se trata solo de pedir, sino de confiar en que el universo escuchará.
Fechas y celebraciones importantes del Tanabata
Aunque tradicionalmente el Tanabata se celebra el 7 de julio, las fechas pueden variar dependiendo de la región. Algunas localidades, como Sendai o Hiratsuka, utilizan el calendario lunar, lo que desplaza las festividades hacia agosto, cuando el clima es más estable y permite celebraciones al aire libre con mayor seguridad.
Durante el festival, las calles se decoran con elaboradas estructuras de papel y bambú, en formas que incluyen grullas de origami, redes de pesca (símbolo de buena suerte) de colores que representan los hilos de Orihime. Muchas escuelas organizan actividades para que los niños escriban sus deseos, mientras que los adultos participan en concursos, procesiones o espectáculos de fuegos artificiales.
En algunas regiones, el Tanabata también se vincula con rituales agrícolas, ya que el mes de julio coincide con el inicio del verano y con el cuidado de las plantaciones. Esta relación con la naturaleza añade una capa más al significado del festival: un momento para alinear nuestros deseos personales con los ciclos del mundo natural.
Los mejores festivales de Tanabata en Japón
Uno de los festivales más famosos de Tanabata se celebra en Sendai, en la prefectura de Miyagi. Allí, del 6 al 8 de agosto, las calles del centro se transforman en un mar de decoraciones colgantes que pueden llegar a medir varios metros. Las creaciones son tan elaboradas que atraen a más de dos millones de visitantes cada año.
Otro evento destacado tiene lugar en Hiratsuka, al sur de Tokio. El Tanabata Matsuri de Hiratsuka es uno de los más grandes de la región de Kanto y combina desfiles, música en vivo y puestos de comida callejera. También es común ver parejas jóvenes paseando en yukata, lo que refuerza la atmósfera romántica del festival.
En Tokio, varios barrios como Asagaya, Kappabashi y Fussa organizan sus propias versiones del Tanabata, cada una con un estilo particular. Por ejemplo, en el Asagaya Tanabata Matsuri, los adornos cuelgan de galerías comerciales techadas y suelen incluir personajes de anime y figuras populares, lo que le da un aire más contemporáneo y familiar.
También vale la pena mencionar el Tanabata de Shōnan Hiratsuka, con más de 3,000 decoraciones colgantes y una fuerte participación de comercios locales. Allí, la fiesta se convierte en una verdadera feria que combina lo tradicional con lo moderno, haciendo del Tanabata una celebración que no deja de reinventarse sin perder su esencia.