En la serie Shogun de FX, pocos personajes generaron tanta fascinación y repulsión como el traicionero señor de la guerra Yabushige. Su cruel destino a manos de Toranaga quedó sellado con un escalofriante poema de muerte, una tradición samurái conocida como jisei no ku en japonés.
Los poemas de muerte de varios señores de la guerra famosos han perdurado a través de los siglos, hablando de sueños y la naturaleza transitoria del mundo. Por ejemplo, el poema de muerte de Tokugawa Ieyasu (Toranaga en Shogun) es: «¡Ah, qué placentero! Dos despertares y un sueño. ¡Qué sueño de un mundo fugaz! ¡Los tonos rosados del amanecer!»
Sin embargo, el poema de muerte de Yabushige no sigue las convenciones habituales, optando por un tono mucho más sombrío y descarnado:
«Mi cuerpo muerto,
Poema de Yabushige en el episodio final de Shogun
no lo quemen, no lo entierren,
déjenlo en el campo
y con él llenen la panza
de algún perro hambriento.»
Este poema es una adaptación del atribuido a Ono no Komachi, conocida por su belleza femenina y poesía melancólica. Sin embargo, varios otros poetas han sido citados como autores, y nada se puede decir con certeza sobre su verdadero origen.
Lo que sí es seguro es el impacto visceral de estas líneas llegando de los labios de Yabushige mientras se enfrentaba a su ejecución. En lugar de buscar la trascendencia o la redención, su poema refleja un desprecio amargo por la vida y la muerte.
Fue un final brutal para un hombre brutal, pero apto para un personaje tan complejo y moralmente gris como Yabushige. Su sombría despedida final dejó una última impresión inquietante en la sublime tragedia que fue Shogun.
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