Uso Mac y en su defecto el OSX desde febrero de 2008. Y debo admitir que solucionó muchas cosas y problemas que solía tener con Windows. Sí, conozco gente que en su vida tuvo problemas con Windows, pero les juro que para alguien que suele tratar de sacarle el jugo al máximo a su sistema operativo y computadora, Windows era un sufrimiento.
Sin embargo, mi MacBook viejita pero rendidora (gracias a que una de mis primeras decisiones fue ampliarle la memoria RAM al máximo disponible), se fue quedando atrás en el mundo de los sistemas operativos de Apple. De hecho, ya siquiera soporta la última versión denominada Mountain Lion y es bastante entendible, tampoco esperaba que lo hiciera después de tantos años funcionando a todo vapor, todos los días. Pero en lugar de quedarme en Lion, un sistema operativo que creo que jamás estuvo finalizado y que su rendimiento dejaba bastante que desear, decidí dar un paso atrás y volver a Snow Leopard, que en el mundo Cupertino sería la versión 10.6.8. Mis motivos.
Desde hace meses pensaba cambiar de computadora por un modelo más actual, quizás una MacBook Air, ya que para alguien que solía llevar la computadora todos los días a su trabajo, era necesario liberarse del peso extra sin perder rendimiento, además que sigo creyendo que Exposé (ahora se llama Mission Control) es uno de los mejores administradores de ventanas para aquellas personas que suelen utilizar muchas ventanas.
Pero las benditas restricciones al dólar que comenzaron a surgir en la Argentina, sumado a las anteriores limitaciones a las importaciones, obligaron a rever mis planes y tratar de prolongar al máximo la vida útil de esta computadora que data de finales de 2007 (yo la compré a principios de 2008 y fue una de las primeras MacBooks que vino con Leopard preinstalado).
Es por eso que, priorizando siempre el buen desempeño y rendimiento, opté por volver a Snow Leopard, quizás una de las versiones más sólidas del sistema operativo de Apple, que en su momento lo vi como una simple actualización de Leopard, pero que con el tiempo te terminás de dar cuenta que fue un gran sistema operativo desarrollado por Apple, y que si bien ya no tiene actualizaciones (tuvo 8!) sigue tendiendo mucho soporte de la comunidad que realiza aplicaciones. Es así que la gran mayoría de las apps que utilizo siguen estando disponibles para un sistema operativo que funciona sin problemas.
No es que crea que los nuevos OS de Apple sean malos, sino que muchas veces no sirven para algunas computadoras viejitas (mi hermana tiene una MacBook Air y funciona espectacular con la última versión de OSX). Y de la misma forma que hoy uso Snow Leopard, quizás en el mañana instale alguna versión de Ubuntu o Windows (total ahora son todas Intel =) ) lo que sigue ampliando la vida de esta longeva pero práctica MacBook.
Quizás el principal motivo de cambio de máquina se daría cuando Google deje de desarrollar para OSX 10.5 su navegador Chrome, aunque espero que eso suceda no demasiado pronto.
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