En el París de 1872, el crítico de arte Jules Claretie acuñó el término «japonismo» para describir la creciente influencia de las artes japonesas en el panorama artístico occidental. Este fenómeno, marcado por la transferencia de principios del arte japonés a las expresiones artísticas europeas, se tradujo en la creación de obras etiquetadas como «japonesque» o «japonaiserie», especialmente aquellas producidas por artistas franceses.
La Exposición Universal de Londres en 1862 fue un punto de inflexión, donde las xilografías japonesas, conocidas como ukiyo-e, cautivaron a artistas occidentales, desde los impresionistas hasta los cubistas del siglo XX. Estos creadores se vieron atraídos por la asimetría, la falta de perspectiva, la luz sin sombras y la libertad compositiva del arte japonés, elementos que desafiaban las convenciones académicas occidentales.
Durante la era Kaei y tras la restauración Meiji en 1868, Japón abandonó su aislamiento, importando influencias occidentales, incluyendo la fotografía y técnicas de impresión. En Europa y América, las ukiyo-e, la cerámica, los tejidos, bronces y el esmalte cloisoné se volvieron populares. Este intercambio cultural marcó el inicio del japonismo, que no solo abarcó el arte sino también la moda y las artes aplicadas.
El coleccionismo de arte japonés se puso de moda en París alrededor de 1856, cuando el artista Félix Bracquemond encontró copias del Hokusai Manga utilizadas como embalaje. En 1860, reproducciones de ukiyo-e se publicaron en libros sobre Japón, y la tienda La Porte Chinoise, abierta en 1861, ofreció estampas y productos japoneses en la calle de Rivoli.
El impacto del japonismo en Europa
Influencias destacadas se observan en la ópera «La princesse jaune» de Camille Saint-Saëns (1871), basada en un libreto que presenta un grabado ukiyo-e. Artistas como Manet, Van Gogh, Gauguin y Toulouse-Lautrec incorporaron elementos japoneses en sus obras, transformando la estética artística europea.
El japonismo impactó la ilustración, la litografía y la xilografía, siendo Toulouse-Lautrec un claro ejemplo de esta fusión en sus carteles. Félix Vallotton y Paul Gauguin introdujeron la xilografía japonesa en Europa en blanco y negro.
El arte japonés influyó en la música, como se evidencia en las óperas de Puccini y en la opereta de Gilbert and Sullivan, «El Mikado». En términos de diseño, el japonismo se reflejó en todas las artes aplicadas, desde el mobiliario hasta la joyería, creando un legado duradero en el arte abstracto y el diseño gráfico.
El japonismo, más que una moda, se convirtió en una revolución estética que trascendió las fronteras, enriqueciendo y transformando la creatividad artística europea con la riqueza y la singularidad de las artes japonesas.
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