Chisako Kakehi, conocida infamemente como la viuda negra japonesa, se convirtió en el centro de una de las historias criminales más fascinantes y macabras de Japón en las últimas décadas.
Con una estrategia fríamente calculada, esta mujer de 50 años emprendió una cruzada de seducción hacia hombres acaudalados, con el único propósito de envenenarlos para heredar sus fortunas, una trama que parece sacada de una novela negra pero que es dolorosamente real.
La vida de Kakehi parecía transcurrir dentro de los márgenes de la normalidad. Empleada en una imprenta y casada a los 24 años, ella y su esposo iniciaron una fábrica de telas en Osaka, marcando el comienzo de lo que parecía ser una vida empresarial prometedora. Sin embargo, tras 25 años de matrimonio, la muerte de su esposo en 1994 y la posterior quiebra de su empresa marcaron un punto de inflexión en su existencia.
Nunca se esclareció si fue la deuda o las acciones financieras dudosas lo que llevó a la ruina, pero lo que sí se hizo evidente fue el radical cambio de rumbo en la vida de Kakehi.
A partir de entonces, la denominada viuda negra japonesa orquestó un modus operandi escalofriante. Inscribiéndose en agencias de citas, comenzó a buscar específicamente a hombres de avanzada edad y considerable patrimonio. La seducción era solo el primer paso en su siniestro plan: una vez asegurada una porción de sus riquezas, procedía a envenenarlos con cianuro, cuidando siempre que el acto criminal pareciera un accidente o una muerte natural.
Entre 2007 y 2013, Chisako Kakehi dejó un rastro de su ambición por el dinero a costa de matar a sus parejas. Sus víctimas, todos hombres mayores con quienes entabló relaciones, encontraron un final fatal tras su encuentro con la viuda negra.
La excepción fue Toshiaki Suehiro, que milagrosamente sobrevivió un tiempo al envenenamiento, solo para morir más tarde bajo circunstancias no relacionadas, evidencia la frialdad y el cálculo con el que Kakehi operaba.
Condenan a muerte a la viuda negra japonesa
Finalmente, la justicia alcanzó a Kakehi. Arrestada en 2014 tras el asesinato de su último esposo, enfrentó un juicio que capturó la atención del público y la prensa. A pesar de sus intentos por alegar demencia y su descarada indiferencia ante la posibilidad de recibir la pena máxima, en 2017 fue condenada a muerte, una sentencia que confirmó la gravedad de sus crímenes.
Una apelación en 2021 resultó infructuosa, sellando su destino detrás de las rejas.
La historia de la viuda negra japonesa, que logró acumular cerca de siete millones de dólares mediante sus actos homicidas, no solo revela las profundidades de la depravación humana, sino que también sirve como un sombrío recordatorio de que, en ocasiones, la realidad puede superar a la ficción en su horror y complejidad.
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