Shogun: los tratados de Tordesillas y Zaragoza que dividieron al mundo y definieron la presencia portuguesa en Japón

La serie presenta una escena en donde se explica cómo España y Portugal se dividieron el mundo a través de dos tratados.

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En una época donde las grandes potencias europeas buscaban expandir sus territorios más allá de sus fronteras, dos tratados firmados en el siglo XVI marcaron el inicio de la era de exploración y colonización global: el Tratado de Tordesillas y el Tratado de Zaragoza. Estos acuerdos, firmados respectivamente en 1494 y 1529, tenían como objetivo resolver las disputas entre Portugal y España, las dos potencias marítimas dominantes de la época, sobre las tierras recién descubiertas y por descubrir alrededor del mundo.

El Tratado de Tordesillas, auspiciado por el Papa Alejandro VI, estableció una línea divisoria imaginaria que se extendía de polo a polo, a 370 leguas al oeste de las Islas de Cabo Verde. Las tierras descubiertas al oeste de esta línea serían para España, mientras que las tierras al este serían para Portugal. Este tratado permitió a Portugal reclamar territorios en África, Asia y parte de lo que hoy es Brasil, mientras que España obtuvo derechos sobre la mayor parte de América.

Sin embargo, la llegada al extremo oriental de Asia trajo consigo nuevos desafíos. Aquí es donde entra en juego el Tratado de Zaragoza, firmado en 1529, para resolver las disputas sobre las Islas Molucas, ricas en especias y reclamadas por ambas naciones. Este tratado estableció una línea antimeridiana al Tratado de Tordesillas, a 17 grados al este de las Molucas, concediendo los derechos de navegación y comercio en estas islas a Portugal, mientras que España renunció a sus reclamaciones en la región a cambio de una compensación económica.

Curiosamente, la serie «Shogun» toca este aspecto histórico en una escena donde el personaje de Blackthorne explica al Lord Toranaga cómo Japón, según el Tratado de Zaragoza, caía dentro de los dominios de Portugal. Aunque esta interpretación es una licencia artística, refleja el impacto global que estos tratados tuvieron en el establecimiento de las esferas de influencia europeas en Asia.

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La implicación de estos tratados en Japón es compleja. Aunque Japón no fue mencionado explícitamente en el Tratado de Zaragoza, la demarcación influenció indirectamente las relaciones internacionales y el comercio en Asia. Portugal se convirtió en una de las primeras potencias europeas en llegar a Japón, estableciendo relaciones comerciales y misiones jesuitas en el siglo XVI. La presencia portuguesa en Japón facilitó el intercambio cultural y la introducción de la tecnología de armas de fuego, la cual jugaría un papel crucial en la unificación del país bajo Oda Nobunaga y sus sucesores.

A largo plazo, la influencia europea, incluida la portuguesa, provocó una reacción aislacionista en Japón, culminando en la política de sakoku bajo el shogunato Tokugawa, cerrando el país al comercio y la influencia extranjera durante más de dos siglos. Este periodo de aislamiento solo terminaría con la llegada de los «barcos negros» del comodoro Perry de Estados Unidos en 1853.

Los tratados de Tordesillas y Zaragoza no solo redibujaron el mapa mundial a favor de las ambiciones coloniales de Portugal y España, sino que también sentaron las bases para futuras interacciones globales, incluyendo el impacto a largo plazo en naciones que, como Japón, se encontraron indirectamente influenciadas por estas demarcaciones.

Macao, punto estratégico portugués en Asia

Macao jugó un papel significativo como enclave portugués en las relaciones entre Japón y el mundo occidental durante el período de los siglos XVI y XVII. Su importancia radica en su función como punto de encuentro comercial y cultural entre Oriente y Occidente, actuando como una puerta de entrada para la influencia europea en Asia, incluido Japón.

Macao, cedido a Portugal por China en el siglo XVI, se convirtió rápidamente en un centro comercial vital. Para Portugal, Macao servía como un punto de tránsito esencial para el lucrativo comercio de la ruta de la seda marítima, facilitando el intercambio de bienes como la seda, las especias, el oro, y la porcelana entre China, Japón, las Indias Orientales y Europa.

Macao era un intermediario cultural y religioso

Además de su papel comercial, Macao fue un centro de intercambio cultural y religioso. Los misioneros jesuitas, que llegaron a Asia con el objetivo de expandir el cristianismo, utilizaron Macao como base para sus misiones en China y Japón. Figuras como San Francisco Javier partieron desde Macao hacia Japón en 1549, marcando el inicio de la misión jesuita en el país. La presencia de estos misioneros en Japón introdujo elementos de la cultura y la tecnología occidental, incluida la religión cristiana, que encontró seguidores en varias regiones japonesas.

Macao facilitó el comercio Namban (南蛮, «bárbaros del sur») entre Japón y los países europeos, especialmente durante el período Azuchi-Momoyama y al comienzo del shogunato Tokugawa.

Los portugueses, a través de Macao, importaron a Japón bienes europeos y del sudeste asiático, incluyendo armas de fuego, que jugaron un papel crucial en la unificación de Japón. Además, artículos de lujo como tejidos, vidrio, y productos de cerámica, así como nuevas tecnologías y conocimientos, entraron en Japón a través de Macao.

Aislamiento japonés y el declive de Macao

El creciente poder de los daimyos cristianos en el sur de Japón y el temor al colonialismo europeo llevaron al shogunato Tokugawa a adoptar una política de aislamiento nacional (sakoku) a principios del siglo XVII.

Esta política restringió severamente el comercio exterior y la propagación del cristianismo. Como resultado, la importancia de Macao como puerta de entrada a Japón disminuyó significativamente. El comercio entre Macao y Japón se redujo drásticamente después de que Japón limitara el comercio exterior a ciertos puertos y naciones específicas, y eventualmente prohibiera el cristianismo.

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