6 lugares imprescindibles que descubrir cerca de Tokio

Cerca de Tokio existen múltiples destinos que se adaptan a todos los públicos.

kamakura

Explorar los alrededores de Tokio nos invita a descubrir un Japón más sereno, tradicional y profundamente conectado con su pasado. A tan solo unos kilómetros de la capital, se despliegan paisajes majestuosos, pueblos históricos y experiencias culturales que revelan una dimensión más íntima del país. Una de las búsquedas más populares entre quienes visitan la metrópoli es contemplar el Monte Fuji desde Tokio, una experiencia que, además de ser posible en días despejados desde ciertos puntos de la ciudad.

Adentrarse en estas escapadas no solo amplía el horizonte visual, sino también el cultural. Cada destino en las inmediaciones de Tokio muestra una faceta distinta del alma japonesa, alternando lo espiritual con lo paisajístico, lo urbano con lo natural, y lo ancestral con lo contemporáneo.

Nikkō: Templos dorados en plena naturaleza

Nikkō, ubicado a dos horas al norte de la ciudad, es uno de los lugares de mayor riqueza histórica y estética en Japón. Su joya principal es el Santuario Tōshōgū, un monumento que combina arte, arquitectura y devoción, dedicado al primer shogun Tokugawa Ieyasu. Este conjunto de templos, declarado Patrimonio de la Humanidad, se erige en un bosque de cedros con más de 400 años, creando una atmósfera espiritual y mística.

Además, el Parque Nacional de Nikkō ofrece paisajes espectaculares en cada estación. Las cascadas Kegon, el lago Chuzenji y el puente sagrado Shinkyo dibujan postales que capturan la esencia natural del país. La armonía entre arquitectura religiosa y entorno montañoso convierte a esta ciudad en un imprescindible en cualquier itinerario que explore más allá de Tokio.

Kamakura: Samuráis, templos y costas del Pacífico

Situada a menos de una hora de viaje, Kamakura representa un viaje directo al Japón feudal. Esta antigua capital política conserva templos imponentes, como el Gran Buda de Kōtoku-in, una estatua colosal de bronce al aire libre que se ha convertido en icono nacional. La imagen, que ha resistido terremotos y tifones durante siglos, permanece serena frente al océano, como guardiana del tiempo y la historia.

El templo Hase-dera, con sus vistas al mar y sus jardines de hortensias, o el santuario Tsurugaoka Hachimangū, corazón espiritual de la ciudad, nos sumergen en un ambiente sagrado y silencioso. A ello se suma el contraste de su litoral, donde la brisa marina acaricia playas tranquilas que invitan al descanso.

Hakone: Tradición termal y vistas privilegiadas

Hakone es sinónimo de descanso, arte y panorámicas privilegiadas del Monte Fuji. Ubicada en una región volcánica, esta localidad destaca por su amplia red de onsen (baños termales), ideales para relajarse tras una jornada de exploración. Sus aguas ricas en minerales brotan de las entrañas de la tierra, y muchos alojamientos tradicionales, o ryokan, las incorporan en sus instalaciones privadas.

El Lago Ashi, rodeado de montañas, ofrece paseos en barco con vistas al Fuji, mientras que el teleférico Hakone Ropeway sobrevuela valles de actividad geotérmica como Owakudani. Además, el Museo al Aire Libre de Hakone despliega una colección de esculturas modernas al aire libre, donde artistas como Rodin y Miró dialogan con la naturaleza de forma orgánica.

Kawagoe: Un paseo por el antiguo Edo

A solo media hora al norte de Tokio, Kawagoe permite caminar por calles que parecen detenidas en el siglo XVII. Su arquitectura kura-zukuri, con edificios de fachadas de barro y madera oscura, evoca el estilo mercantil del periodo Edo. Esta ciudad ha sabido conservar su atmósfera histórica sin convertirse en una atracción superficial, manteniendo la actividad comercial y cultural viva entre sus muros.

La torre del reloj Toki no Kane, que aún marca las horas con su campanada tradicional, domina el barrio de Kurazukuri Street. Las tiendas de dulces artesanales, las destilerías de sake y los templos centenarios como Kita-in hacen de Kawagoe una escapada que combina historia, sabor y autenticidad.

Yokohama: Cosmopolitismo con sabor a puerto

Yokohama, a escasos treinta minutos de Tokio, ofrece un paisaje urbano distinto, abierto al mar y a la influencia internacional. Desde mediados del siglo XIX, su puerto ha sido puerta de entrada de culturas y mercancías de todo el mundo, lo que ha dejado una huella indeleble en su arquitectura, su gastronomía y su carácter.

La zona de Minato Mirai, con su skyline moderno, museos interactivos y paseos frente a la bahía, marca el pulso contemporáneo de la ciudad. En contraste, el barrio de Yamashita y el Chinatown conservan ese aire ecléctico que hace de Yokohama una metrópoli con espíritu multicultural, donde es posible pasar del ramen al dim sum, y del jazz a la ceremonia del té, en una misma jornada.

Monte Takao: Ascenso espiritual sin salir del área metropolitana

El Monte Takao, a menos de una hora de Tokio, es uno de los destinos naturales más accesibles para quienes desean reconectar con la montaña sin recorrer largas distancias. Este monte, de 599 metros, está atravesado por rutas de senderismo que combinan tramos pavimentados y caminos forestales, todos ellos bien señalizados.

En la cima nos aguardan vistas espléndidas, y en días claros se puede distinguir la silueta del Monte Fuji. A lo largo del recorrido se encuentra el Templo Yakuō-in, donde la espiritualidad se mezcla con el folclore gracias a las estatuas de tengu, criaturas mitológicas protectoras de las montañas. Takao es ideal tanto para excursionistas experimentados como para visitantes ocasionales, gracias a su equilibrio entre accesibilidad y belleza natural.

Redescubrir Japón más allá del bullicio urbano

Las excursiones desde Tokio no solo enriquecen el itinerario del viajero, sino que construyen una narrativa más completa del Japón real. En estos destinos cercanos, la conexión con la naturaleza, el legado histórico y la espiritualidad tradicional se entrelazan en experiencias profundas y memorables. Cada lugar, aunque próximo en distancia, ofrece una identidad única y un ritmo diferente, ampliando la comprensión de un país que no se agota en su capital.

Viajar más allá del perímetro urbano de Tokio no implica alejarnos del confort ni de la eficiencia logística. Significa, en cambio, mirar con otros ojos, detenerse, escuchar y comprender los múltiples matices de una cultura que se revela, con sutileza, a quien se atreve a explorar más allá.

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