Mis primeros días en Japón se convirtieron en una encantadora danza entre la cortesía japonesa y mi limitado conocimiento del idioma. La barrera del idioma se desvaneció gracias a la amabilidad incomparable de los locales. Aprendí rápidamente que las frases cortas y sustantivos eran la clave para comunicarme: «train?», «chicken?», «uniqlo?» y luego señalar en un mapa si buscaba algún lugar específico.
En el fascinante laberinto de Tokio, los mapas eran mis aliados, pero en los supermercados, todo se volvía misterioso. Solo podía identificar productos con envases ilustrados. Cambiar yenes fue crucial, ya que no todos los lugares aceptaban tarjetas. Optamos por cambiar en el aeropuerto, y a la vuelta, convertir los yenes sobrantes en dólares, una opción cómoda y sin muchas variaciones en las tasas.
El transporte público se convirtió en mi compañero fiel. El sistema de subtes en Tokio y otras ciudades era eficiente, aunque caro. La Yamanote Line, famosa por su recorrido circular, nos llevó a puntos clave en Tokio. Para viajes entre ciudades, el pase JR Pass fue nuestra mejor inversión. Los trenes Shinkansen ofrecieron velocidades vertiginosas y precisión en horarios.
Adquirir un plan de datos móviles facilitó nuestra exploración, permitiéndonos acceder a mapas y horarios de trenes. En cuanto al alojamiento, encontramos habitaciones diminutas pero acogedoras, cerca de estaciones JR, ideal para aprovechar al máximo el JR Pass.
La comida japonesa fue un deleite para los sentidos. Desde deliciosos donburis hasta sorprendentes sánguches de conveniencia, explorar las opciones culinarias fue una aventura. Aunque ser vegetariano en Japón presentó desafíos, descubrí delicias como el tofu y vegetales.
Las compras fueron irresistibles. UNIQLO y MUJI ofrecieron productos únicos, mientras que las tiendas por 100 yenes nos tentaron con variedades infinitas. Akihabara nos sumergió en la tecnología japonesa, aunque con algunas limitaciones en cuanto a la compatibilidad de los productos electrónicos.
Japón, con su amabilidad, eficiencia y misteriosas maravillas, se reveló como un destino inolvidable. Con cada paso, descubrí el encanto de lo desconocido, haciendo de este viaje una experiencia enriquecedora y llena de sorpresas.
Artículo publicado originalmente en enero 2018