Después de años manifestando su admiración por la cultura japonesa, Nicolás Tagliafico finalmente cumplió uno de sus sueños: conocer Japón. El defensor argentino, campeón del mundo en Qatar 2022, viajó junto a su pareja Carolina Calvagni para pasar unos días de vacaciones, lejos del fútbol y completamente entregado a su rol de turista.
«Soy muy fan de los samuráis, de la filosofía japonesa, de su cultura», dijo Tagliafico en uno de los videos que compartió del viaje. A lo largo de ocho días, el futbolista recorrió algunos de los lugares más emblemáticos de Tokio y Kioto, con paradas en templos históricos, barrios tradicionales, restaurantes de ramen y espacios inmersivos como el famoso museo teamLab Planets. Su entusiasmo fue evidente: desde que aterrizó en Narita hasta sus caminatas nocturnas por Shinjuku, todo fue motivo de asombro.
Durante su estadía en la capital japonesa, Nicolás Tagliafico y su esposa se alojaron en el exclusivo hotel The Tokyo EDITION, Toranomon, uno de los alojamientos más lujosos y modernos de la ciudad. Desde su habitación, con una vista privilegiada a la Torre de Tokio, el defensor argentino compartió algunos momentos de descanso, destacando la calidez de los interiores revestidos en madera y el diseño minimalista del lugar. “Te genera una sensación de estar en un sauna o en una cabaña japonesa, pero con todo el confort”, comentó en el video. El hotel también fue el punto de partida para varias de sus excursiones, y un refugio ideal para relajarse tras las largas jornadas de caminatas y descubrimientos.
Asakusa: el templo más antiguo de Tokio
La primera excursión del viaje lo llevó al barrio de Asakusa, hogar del templo Sensō-ji. “Es el templo más antiguo de Tokio, la típica foto que todos se sacan”, comentó, mientras mostraba la gigantesca linterna roja en la puerta Kaminarimon. Allí conoció la historia de los dos pescadores que, según la leyenda, encontraron una estatua de Kannon y dieron origen al templo en el año 628.
Durante la visita, Tagliafico también aprendió sobre el sintoísmo y sus rituales: las reverencias, los aplausos, la purificación con agua y la importancia de no caminar por el centro del santuario, reservado simbólicamente para los dioses. El calor de verano no impidió que recorriera las callecitas comerciales de Nakamise-dori ni que admirara la pagoda reconstruida después de la Segunda Guerra Mundial.
teamLab Planets: luces, arte y agua
En otra jornada, el jugador visitó teamLab Planets, un museo inmersivo y visualmente impactante. “Dicen que es muy instagramable, que se hacen muchas fotos. Vamos a hacer un videíto”, adelantó antes de entrar. Una vez adentro, caminó descalzo por instalaciones con agua, luces flotantes y proyecciones de flores, y compartió su sorpresa: “Lo mejor es la primera impresión cuando entrás. Es tremendo”.
Aunque confesó que la espera para ingresar fue larga y que quizás no repetiría la visita si tuviera poco tiempo en Tokio, admitió que el espectáculo valía la pena. “Si tenés 20 días para recorrer Tokio, sumalo. Si no, quizás no te cambia la vida, pero es único”, resumió.
Shinjuku y la primera experiencia con ramen
Ya caída la noche, Tagliafico y su pareja fueron a Shinjuku, uno de los distritos más vibrantes de Tokio. Calles repletas de luces de neón, pequeñas izakayas (bares japoneses) y el mítico cartel de Godzilla marcaron el recorrido. Allí se animaron a probar ramen por primera vez en un restaurante local. “Nunca comí ramen posta, solo de supermercado. Así que vamos a testear y puntuar”, dijo entre risas.
La experiencia, sin embargo, no fue perfecta. El ramen elegido resultó ser demasiado picante. “Nos mató. No es que odio el spicy, pero me cae mal. Mañana vamos a comer ramen de nuevo, como debe ser”, prometió. Pese a eso, disfrutaron del ambiente nocturno y terminaron la noche en la famosa Golden Gai, una serie de callejones repletos de bares diminutos con encanto retro.
Reflexiones de un fan de Japón
Desde antes de subirse al avión, Nicolás Tagliafico mostraba su emoción: “Estoy abierto a todo, al ramen, al wagyū, a hablar en japonés…”. Durante el vuelo, grabó la comida a bordo, intentó adaptarse al huso horario y se mostró sorprendido por la amabilidad de los japoneses. Incluso en el aeropuerto fue recibido por fanáticos que lo esperaban con fotos para firmar.
En un momento de descanso en el lobby del hotel, confesó: “Quiero venir a vivir a Japón. Me encantó todo”. Sin dejar de filmar, capturó cada detalle de su experiencia y expresó un deseo que muchos de sus seguidores compartieron en los comentarios: volver.
La primera visita de Tagliafico a Japón fue mucho más que un viaje turístico. Fue una experiencia inmersiva, personal y cultural, marcada por el respeto, la curiosidad y la alegría de cumplir un sueño postergado. Como él mismo dijo al final de su primer día: “Estoy seguro de que voy a sacar muchísimo contenido de Tokio. Es impresionante”.