La televisión japonesa es mucho más que anime. Durante muchos años, grandes formatos del mundo del entretenimiento tuvieron su origen global en las tierras niponas. Fue acá en donde surgió un formato revolucionario que prometía mostrar la vida real de seis personas. Terrace House, fue un reality show japonés que era una de las grandes apuestas de Netflix Japón y que se presentaba como una alternativa al género: sin guiones, sin competencias, sin eliminaciones dramáticas. Solo seis desconocidos viviendo juntos en una hermosa casa, navegando las complejidades de las relaciones humanas, el amor y la amistad bajo la mirada constante de las cámaras. Durante más de una década, este programa se convirtió en un fenómeno más allá de las fronteras de Japón.
Sin embargo, detrás de la fachada de tranquilidad y naturalidad que caracterizaba al programa, se gestaba una tragedia que pondría fin abruptamente a su exitosa trayectoria. La muerte de Hana Kimura, una joven luchadora profesional y participante del show, en mayo de 2020, no solo conmocionó a Japón sino que expuso las consecuencias devastadoras del ciberbullying y la presión mediática en las redes sociales. Su muerte marcó el final de una era para Terrace House y planteó preguntas fundamentales sobre la responsabilidad de los medios de comunicación, el impacto de las redes sociales en la salud mental y los límites éticos de la televisión. La cancelación del programa se convirtió en un recordatorio sombrío y que todos tratan de olvidar en Japón.
Las primeras ediciones de Terrace House
Terrace House hizo su debut en 2012 en la televisión japonesa, creado por el estudio East Entertainment para Fuji TV. El concepto era engañosamente simple: seis jóvenes, tres hombres y tres mujeres, compartirían una casa lujosamente amueblada mientras las cámaras documentaban sus interacciones cotidianas. A diferencia de otros reality shows, no había competencias, votos de eliminación o premios monetarios. Los participantes podían abandonar la casa cuando quisieran, y nuevos miembros se unían orgánicamente para mantener la dinámica del grupo.
La primera temporada, subtitulada «Boys & Girls Next Door«, estableció el tono distintivo del programa. Los espectadores fueron testigos de romances florecientes, amistades genuinas, conflictos menores y los altibajos emocionales de jóvenes adultos navegando la vida en Tokio. El programa se destacó por su ritmo pausado y su enfoque en momentos cotidianos que otros shows habrían considerado demasiado mundanos para el aire. Conversaciones sobre trabajos, sueños, relaciones familiares y aspiraciones personales se convirtieron en el corazón del contenido.
El formato incluía un panel de comentaristas compuesto por celebridades japonesas que observaban y discutían los acontecimientos en la casa, proporcionando contexto cultural y reacciones que resonaban con la audiencia doméstica. Este elemento de meta-comentario se convirtió en una característica definitoria del show, creando una experiencia de visualización comunitaria que hacía que los espectadores se sintieran parte de una conversación nacional sobre los comportamientos y relaciones de los participantes.
Las primeras temporadas de Terrace House establecieron una base sólida de seguidores en Japón, atraídos por la promesa de autenticidad en un panorama televisivo saturado de contenido altamente producido y artificial. El programa ofrecía una ventana íntima a la vida de jóvenes japoneses contemporáneos, capturando no solo sus relaciones románticas sino también sus luchas profesionales, dinámicas familiares y procesos de crecimiento personal.
De Netflix al mundo
El punto de inflexión para Terrace House llegó en 2015 cuando Netflix adquirió los derechos de distribución internacional y comenzó a producir nuevas temporadas exclusivamente para la plataforma de streaming. Esta asociación transformó al programa de un fenómeno local japonés en un éxito global, introduciendo el concepto único del show a audiencias internacionales que estaban buscando contenido auténtico y culturalmente diferente a las producciones de Hollywood que había en la plataforma.
Netflix reconoció el potencial del formato de Terrace House para atraer a espectadores occidentales cansados de los reality shows como Gran Hermano. La plataforma invirtió significativamente en la producción, mejorando la calidad visual y expandiendo el alcance del programa sin comprometer su esencia fundamental. La primera temporada producida por Netflix, «Terrace House: Boys & Girls in the City», se convirtió en un éxito, acumulando millones de visualizaciones y generando comunidades de fanáticos apasionados en todo el mundo.
El atractivo internacional del programa residía en su capacidad para ofrecer una perspectiva íntima de la cultura japonesa contemporánea. Los espectadores extranjeros se sintieron fascinados por las sutilezas de la etiqueta social japonesa, las diferencias en los patrones de cortejo y las normas culturales que se manifestaban naturalmente en las interacciones entre los participantes. El programa funcionó como un intercambio cultural involuntario, educando a las audiencias globales sobre aspectos de la vida japonesa que rara vez se mostraban en los medios mainstream.
La expansión internacional también trajo consigo una producción más ambiciosa. Netflix financió temporadas filmadas en Hawai («Aloha State») y posteriormente regresó a Japón con «Opening New Doors», cada una manteniendo la fórmula central mientras exploraba diferentes contextos geográficos y culturales.
Una ventana a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020
Con los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en el horizonte, Netflix y los productores de Terrace House vieron una oportunidad única para capitalizar el interés internacional renovado en Japón. La temporada «Tokyo 2019-2020» fue concebida como una ventana cultural que mostraría el Japón moderno en las vísperas del evento deportivo más importante del mundo que se celebraría en la capital japonesa.
Esta temporada adoptó un enfoque más consciente de su papel como embajador cultural, seleccionando participantes que representaran diversos aspectos de la sociedad japonesa contemporánea. Entre los miembros de la casa se encontraban atletas, artistas, profesionales y estudiantes, cada uno aportando perspectivas únicas sobre la vida en Japón antes de Tokio 2020. La producción también prestó especial atención a mostrar ubicaciones icónicas de Tokio como la SkyTree y actividades culturalmente significativas que podrían interesar a futuros visitantes olímpicos.
El timing parecía perfecto. El programa podría servir como una introducción suave y atractiva a la cultura japonesa para millones de espectadores internacionales que pronto dirigirían su atención hacia Tokio durante los Juegos Olímpicos. Los productores esperaban que el show ayudara a crear una imagen más matizada y humana de Japón, más allá de los estereotipos y clichés comúnmente asociados con el país en los medios occidentales.
La temporada también coincidió con un período de creciente interés global en la cultura japonesa, desde el anime y manga hasta la comida y la moda. Terrace House se posicionó como una puerta de entrada accesible a este mundo cultural, ofreciendo una representación aparentemente no filtrada de cómo vivían, amaban y soñaban los jóvenes japoneses. Los episodios mostraban no solo las interacciones dentro de la casa, sino también excursiones a restaurantes locales, eventos culturales y actividades que pintaban un retrato rico y diverso del Japón contemporáneo.
El primer problema: la Pandemia

El 2020 trajo consigo desafíos sin precedentes que nadie podría haber anticipado. La pandemia de COVID-19 no solo alteró fundamentalmente la vida cotidiana en todo el mundo, sino que también impactó profundamente la producción de entretenimiento, incluido Terrace House. Los protocolos de distanciamiento social, las restricciones de viaje y las preocupaciones de seguridad sanitaria crearon un ambiente de incertidumbre que afectó tanto a los participantes como a la producción del programa.
La naturaleza íntima del formato de Terrace House, que dependía de la proximidad física y las interacciones espontáneas entre los participantes, se vio particularmente afectada por las nuevas realidades de la pandemia. Las restricciones gubernamentales limitaron las actividades externas que tradicionalmente proporcionaban contenido dinámico para el show, confinando a los participantes principalmente a la casa y reduciendo significativamente las oportunidades para encuentros románticos y aventuras que habían sido pilares del programa.
Además, el clima de ansiedad y estrés generalizado creado por la pandemia se filtró inevitablemente en la dinámica de la casa. Los participantes, como el resto de la sociedad, lidiaban con preocupaciones sobre su salud, sus carreras y sus futuros inciertos. Esta tensión subyacente comenzó a manifestarse en las interacciones entre los miembros de la casa, creando un ambiente más cargado emocionalmente de lo que había sido típico en temporadas anteriores.
La producción también enfrentó desafíos logísticos significativos. Los equipos de filmación tuvieron que implementar protocolos de seguridad estrictos, lo que complicó el proceso de grabación y potencialmente alteró la dinámica natural que el programa había trabajado tan duro para preservar. La incertidumbre sobre la continuación de los Juegos Olímpicos de Tokio también afectó el contexto narrativo más amplio de la temporada, eliminando el telón de fondo optimista y celebratorio que había sido planeado originalmente.
La tragedia de Hana Kimura y la cancelación de Terrace House
El 23 de mayo de 2020, los fans se enteraron de la noticia del fallecimiento de Hana Kimura, una luchadora profesional de 22 años que había sido participante de la temporada «Tokyo 2019-2020» de Terrace House. Su muerte por aparente suicidio sacudió a toda la sociedad japonesa, exponiendo las consecuencias devastadoras del ciberbullying y la presión mediática en la era digital.
Hana había sido objeto de intenso escrutinio y críticas en las redes sociales después de un incidente en el programa donde se mostró visiblemente molesta con otro participante por un problema relacionado con la ropa de lucha. Los espectadores, particularmente en Twitter e Instagram, la bombardearon con mensajes de odio, comentarios racistas (Hana era de ascendencia mixta japonesa e indonesia) y ataques personales que escalaron mucho más allá de cualquier crítica constructiva sobre su comportamiento en el show.
En los días previos a su muerte, Hana había compartido en sus redes sociales mensajes que revelaban su estado mental deteriorado y su lucha contra la avalancha de negatividad online. Había expresado sentimientos de desesperanza y había indicado que la constante crítica y el odio que recibía estaban afectando profundamente su bienestar mental. Sus publicaciones finales fueron un grito de ayuda que, trágicamente, no fue escuchado a tiempo.

La muerte de Hana desató un debate nacional en Japón sobre el ciberbullying, la responsabilidad de las plataformas de redes sociales y el papel de los programas de televisión en la creación de contenido que puede exponer a los participantes a ataques públicos. Los críticos argumentaron que el programa, a pesar de su reputación de ser «auténtico» y sin guión, seguía siendo una producción editada que podía presentar a los participantes de maneras que no reflejaban completamente su carácter o las circunstancias de sus acciones.
En respuesta a la tragedia, Netflix y Fuji TV tomaron la decisión inmediata de suspender la producción de Terrace House y posteriormente cancelar el programa por completo. Los episodios restantes de la temporada «Tokyo 2019-2020» fueron retirados de la plataforma, y se anunció que no habría futuras temporadas del show. La cancelación marcó el final abrupto de un programa que había durado ocho años y se había convertido en un fenómeno cultural global.
La tragedia de Hana Kimura sirvió como un recordatorio sombrío de que incluso los formatos de entretenimiento aparentemente más inofensivos pueden tener consecuencias reales y devastadoras en las vidas de las personas involucradas.