Un ambicioso proyecto urbanístico de Tokio acaba de dar un paso crucial: el inicio formal de las obras que, después de décadas de espera, prometen devolver el cielo al emblemático puente Nihonbashi. Este histórico cruce de piedra, construido originalmente en el siglo XVII, ha permanecido oculto bajo una autopista elevada desde los años sesenta. Ahora, la capital japonesa quiere enmendar ese error del pasado y transformar la zona en un paseo fluvial abierto, lleno de luz, cultura y memoria.
La estructura que actualmente cubre el puente será finalmente demolida, una vez que el tráfico vehicular se traslade a un túnel subterráneo de 1,1 kilómetros que cruzará el río Nihonbashi. Las autoridades estiman que la obra, que ya se encuentra en su segunda fase, estará lista para el año fiscal 2040, tras una inversión conjunta que superará los 2.200 millones de dólares.
Pero más allá de la cifra, el proyecto tiene una carga simbólica poderosa: recuperar no solo una vista histórica que alcanzaba hasta el Monte Fuji, sino también devolverle a la ciudad un espacio de identidad colectiva.
Un puente que marcó el inicio de Japón

El Nihonbashi no es un puente cualquiera. Mandado a construir en 1603 por Tokugawa Ieyasu, fundador del shogunato que gobernó durante más de dos siglos, fue elegido como el punto cero desde el cual se medían todas las distancias del país. A lo largo del período Edo, el puente fue inmortalizado en grabados ukiyo-e y pinturas que lo mostraban como el alma del bullicioso distrito mercante que lo rodeaba. Tanto fue así que el barrio adoptó su nombre, y hasta hoy la zona es sinónimo de tradición, comercio y cultura japonesa.
Además, bajo el sistema de control feudal conocido como sankin kōtai, los daimyō (señores feudales) debían viajar periódicamente a Edo con sus séquitos. El Nihonbashi era paso obligado en estas caravanas, lo que lo convirtió en un lugar lleno de movimiento, vigilancia y representación del poder.
La versión actual del puente, de piedra, data de 1911 y ha sido declarada Bien Cultural Importante. Sin embargo, su fisonomía fue dramáticamente alterada cuando, en plena modernización para los Juegos Olímpicos de 1964, se construyó sobre él una autopista elevada. Lo que alguna vez fue un punto de encuentro con vistas despejadas se convirtió en un rincón sombrío y olvidado.
Taneo Nakamura, presidente de la asociación local Meikyo Nihonbashi Hozonkai y figura clave en la lucha por recuperar el entorno del puente, recuerda la decepción colectiva cuando la autopista fue inaugurada. “Cuando se terminó, la estructura era más baja y oscura de lo que cualquiera esperaba. La atmósfera del puente se perdió por completo”, lamenta.
Una zona con pasado, presente y futuro

Pese al impacto de la modernización, el distrito de Nihonbashi ha seguido siendo un núcleo importante dentro de la ciudad. Hoy, rodeado de grandes almacenes como Mitsukoshi, instituciones financieras y una activa vida empresarial, el área conserva un aire de elegancia y antigüedad. La iniciativa para recuperar el paisaje no solo busca restituir la belleza visual del puente, sino también revalorizar el río y los espacios públicos a su alrededor.
El nuevo plan incluye la creación de un corredor peatonal a lo largo del río, espacios para exposiciones al aire libre, zonas comerciales de bajo impacto visual y una conexión directa y fluida entre Nihonbashi y la estación de Tokio. El objetivo es lograr un distrito caminable, donde la historia conviva con el diseño urbano moderno y sostenible.
La idea de «recuperar el cielo» se ha convertido en lema de la comunidad. Durante años, la asociación de Nakamura organizó eventos, limpiezas del puente y festivales para mantener viva la causa. En 2017, llegaron a reunir más de 440.000 firmas manuscritas exigiendo la demolición del viaducto, una acción que impresionó al parlamento japonés por su magnitud y compromiso.
Un barrio para explorar a pie
Caminar por los alrededores del puente Nihonbashi es sumergirse en una Tokio que pocas veces aparece en las postales turísticas. Aquí se cruzan casas de té tradicionales, museos de arte, tiendas centenarias y modernos cafés. El Museo de la Moneda y el Museo Mitsui Memorial ofrecen una mirada al Japón de los negocios y la banca, mientras que la arquitectura de edificios antiguos restaurados convive con nuevas torres de oficinas de diseño discreto.
Además de su valor histórico, el río Nihonbashi en sí se está convirtiendo en un eje cultural. Las autoridades planean revitalizar la ribera con actividades náuticas, espacios verdes y eventos que atraigan tanto a turistas como a residentes. Aunque el tránsito seguirá circulando durante las obras, se espera que la experiencia urbana cambie radicalmente con el tiempo.
Cómo llegar a Nihonbashi
Ubicado en el centro de Tokio, Nihonbashi es fácilmente accesible en transporte público. Desde la estación de Tokio, una de las más importantes del país, se puede llegar caminando en pocos minutos. También es posible tomar la línea Ginza o la línea Tozai del metro hasta la estación Nihonbashi, que conecta directamente con los principales puntos turísticos y comerciales de la ciudad.
La zona está perfectamente integrada en la red urbana, lo que ha permitido que siga siendo un punto clave tanto para visitantes como para trabajadores. Pero si el plan avanza según lo previsto, el futuro de Nihonbashi será mucho más que un cruce de caminos: volverá a ser un símbolo de la conexión entre tradición y modernidad, cielo y tierra, memoria y transformación.
Como lo resume Nakamura, a sus 88 años: “Cuando construyeron la autopista sentí que mi destino quedó ligado al puente. Quiero que las generaciones futuras lo conozcan como fue: un lugar de luz, de historia, y de encuentro”.